lunes, 28 de octubre de 2024

GOLPISTAS

Golpistas JUAN NUÑO En la historiografía contemporánea, el revisionismo designa la corriente que se propone exculpar al nazismo de sus crímenes, alegando que en realidad no los cometieron o que, si acaso cometieron algunos, sólo hicieron lo que, por lo demás, siempre se ha hecho a lo largo de la Historia. Si todos son igualmente malvados, en realidad nadie lo es. Esa tendencia reivindicadora del nazismo, que comenzó en Alemania y Francia hace años, se está extendiendo por todo el mundo. Eso explica que en los Estados Unidos exista un aspirante a candidato presidencial que haya declarado su admiración por Hitler y otro, en el Sur, que haya pertenecido a grupos abiertamente nazis. En Europa, aún es peor: los ademanes ya cuentan con un fuerte resurgimiento de los partidos de extrema derecha; incluyendo a los neonazis. En Francia, el Frente Nacional de Le Pen ha logrado un sólido 15% y obliga a la derecha clásica (sin grandes esfuerzos) a emplear en sus discursos el lenguaje abiertamente racista. En Italia, además de la xenófoba Liga Lombarda, la nieta de Mussolini ha puesto a valer otra vez el nombre del siniestro Duce. Con tales ejemplos a la vista, no es de extrañar que la tendencia venezolana sea a reivindicar a los golpistas de) 4 de febrero: ahora resulta que, además de patriotas y bolivarianos, son los héroe* del momento, gracias a los cuales se puede rectificar y aún salvar la democracia. Es el mundo al revés, la subversión de los valores políti¬cos. Tanto como decir que gracias al cán-cer pueden los hombres mejorar su salud. Algo así como tener que agradecer a los la¬drones que hayan intentado robar para que nos diéramos cuenta de lo que en rea¬lidad teníamos. ¿Hasta qué punto pueden los golpistas ser los salvadores de la pa¬tria? No estará de más recordar ciertas ex¬periencias, no tan alejadas. También a la caída del régimen corrup¬to de Isabelita Perón más de uno celebró alborozado la subida al poder de jóvenes oficiales, encabzados por Jorge Rafael Videla. Porque, se decía, además de mili¬tares patriotas y honestos, son argentinos, y Argentina, como es sabido, es un país ci¬vilizado. Lo que sirve para recordar una anécdota de las que llaman personales. Allá por el 47, un joven español, recién lle-gado a Venezuela, huyendo de la larga y asfixiante noche franquista, le preguntó a su profesor de filosofía, el argentino Risieri Frondizi, también en Caracas, también huyendo de la locura peronista, si acaso el régimen de Perón estaba actuando como el de Franco. Frondizi se permitió escan¬dalizarse y darle una lección al joven estu¬diante: “Pero ¿cómo se le ocurre a usted semejante comparación? Tenga en cuenta que Argentina es un país moderno, civili¬zado, prácticamente europeo...”. El joven calló respetuosamente, sin dejar de pensar que precisamente por eso lo preguntaba, pues si mal no recordaba también Alema¬nia era un país moderno o civilizado y cier¬tamente tan europeo o quizá un poco más que Argentina. Y pasó lo que pasó. Mu¬chos años después, ante el mismo Fron¬dizi, ya en otra Caracas, el joven (que mientras, como suele suceder, había dejado de serlo) tuvo ocasión de recordarle a su antiguo profesor sus indignadas pala¬bras. En la Argentina civilizada, moderna y prácticamente europea, habían desapa¬recido más de treinta mil personas y hasta un hermano del profesor había sido asesi¬nado salvajemente por los militares gol- pistas tan patriotas, tan sanmartinianos, tan argentinos. En ese país, no tan alejado de Venezuela, los golpistas, además de ins¬taurar un régimen de terror contra quienes simplemente se atrevieran a pensar, termi-naron por cometer el crimen refinado de secuestrar, de robar a los hijos recién naci¬dos de sus propias víctimas, repartiéndolos como botín de guerra, hasta el punto de que todavía existen centenares de niños desaparecidos que reclaman inútil y deses-peradamente sus abuelas, las conocidas como “abuelas de la Plaza de Mayo”, ma¬dres ya ancianas de aquellos y de aquellas que fueron torturados, violados y desapa¬recidos por los jóvenes y patrióticos mili¬tares golpistas. Sería bueno tener presente tan edifican¬te ejemplo a la hora de ponerse a entonar loas a cualquier golpista de acá o de allá.

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