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Friedrich Hayek inicia Camino de servidumbre con
la siguiente cita de Lord Acton: "Pocos descubrimientos son
tan irritantes como aquellos que revelan el origen de las ideas". Y así
es, no menos en el caso de las diversas variantes actuales del populismo, ya
sean latinoamericanas o españolas.
El populismo contemporáneo gusta de
vestirse con ropajes socialistas y hasta se proclama "socialismo
del siglo XXI". Desde su perspectiva, esta sería una forma de adquirir
cierta respetabilidad intelectual y revolucionaria. Pues bien, como casi todas
las cosas que predican los líderes populistas, también es una falsedad. Su
verdadera historia ideológica es bastante distinta y tiene mucho más que ver
con el fascismo que con el socialismo (diferente, aunque no por ello mejor). Es
del mundo simbólico del discurso fascista (pueblo contra elites vendidas y enemigos
foráneos), su culto a la fuerza de la voluntad (encarnada en la voluntad
titánica del líder) y su talento mediático (la política como espectáculo), de
donde se nutre el populismo en sus diversas variantes. Por ello es que el
populismo de hoy, más que el socialismo, es el fascismo del siglo XXI.
Esto lo captó muy bien Carlos
Fuentes, que ya en 2006 escribió lo siguiente sobre Hugo Chávez:
Montado sobre la quinta
producción mundial del petróleo, Hugo Chávez se pasea como gobernante de
izquierda cuando en verdad es un Mussolini tropical, dispuesto a prodigar con
benevolencia la riqueza petrolera, pero sacrificando las fuentes de producción
de empleo.
La conexión entre Mussolini y
su versión tropical está históricamente mediada por Juan D. Perón,
arquetipo insuperado del populismo latinoamericano. Como se sabe, su punto de
partida fue el tiempo que Perón pasó en Italia, país al que llegó en junio de
1939 y donde permaneció por veinte meses. Conoció allí la experiencia fascista
en un momento de gran exaltación, y la figura del Duce lo impactó
profundamente. No pudo dejar de advertir, tal como lo señala Joan Benavent en
su libro Perón. Luz y sombras, que
la popularidad de Mussolini se
basaba en su difundido origen plebeyo y en un olfato político que lo orientaba
a tutelar a las clases bajas (…) Tampoco caben dudas acerca de su
encandilamiento con el fenómeno de masas y (…) el vínculo irracional de éstas
con el jefe supremo, en medio de escenarios cargados de rituales, ceremonias,
cánticos, el entusiasmo desbordante de los partidarios y la oratoria encendida
como mensaje final del mesías de la nación.
De esa manera, Perón encontró su
futuro: una imagen, un estilo y un método que pondría en acción tras el golpe
de Estado de 1943, que llevó al poder a los oficiales argentinos con simpatías
nazi-fascistas. Su éxito fue arrollador: accedió a la Presidencia, por medio de
una elección democrática, en 1946. Una vez instalado en la Casa Rosada dio
inicio a un proceso de conculcación de las libertades y destrucción de
la democracia que conformará el modelo de acción que luego imitarán
todos los caudillos del socialismo del siglo XXI.
Dicha vía democrática a la
destrucción de la democracia no fue, sin embargo, un invento de Perón.
Ese fue exactamente el camino seguido por Hitler después del fracaso de su
intento golpista de 1923.
Esta es la matriz
peronista-fascista tan fácilmente reconocible en el chavismo, y por
ello no es nada sorprendente que Hugo Chávez, en un discurso de 2008, declarara
con orgullo: "Yo
soy peronista de verdad"; subrayando luego su identificación con la
persona del gran populista argentino.
Tal accionar político ha irrumpido
en España con Podemos, por más que las formas exteriores
nos puedan confundir. Sus líderes conocen al dedillo el libreto
chavista-fascista. Lo han vivido en primera persona; por ejemplo su ideólogo,
Juan Carlos Monedero, que se ha definido a sí mismo como "el bufón de
Chávez". En su rol de consejero-bufón, pudo estudiar de cerca al caudillo,
conocer a fondo sus métodos manipulativos, su escenificación y su dominio
magistral de la televisión, que para los populistas actuales es lo que la radio
fue para Hitler o Perón.
Del "Mussolini tropical" los
líderes de Podemos aprendieron cómo se crea la ilusión que
lleva al culto del líder entre aquellos que, confusos, desilusionados y
anhelantes, esperan a un redentor, a alguien que les diga…: "Podemos".
Podemos si queremos, si me quieren, si confían en mi voluntad...
De Chávez también aprendieron que
el camino democrático es el mejor para terminar la democracia que tanto
desprecian y que no se cansan de denunciar como formal o falsa (en
oposición a la "real", "popular" o "participativa",
que ellos representarían), manejada por “la oligarquía financiera” y por una
casta “a sueldo de grandes empresas”, como Pablo Iglesias dijese en su discurso
como candidato a presidir el Parlamento Europeo. La conclusión no podía ser
sino esta:
Señorías, la democracia en Europa
ha sido víctima de una deriva autoritaria. En la periferia europea la situación
es trágica: nuestros países se han convertido casi en protectorados, en nuevas
colonias.
Así han hablado siempre los grandes
destructores de la democraciarealmente
existente, caricaturizándola y desvalorizándola para luego poder arrasarla en
nombre de la liberación de un pueblo supuestamente sometido al dominio foráneo,
al que se habría vendido su "casta dirigente". Por ello piden el
poder y no trepidan en prometer cualquier cosa para alcanzarlo, tal como hace
Podemos en su programa: trabajar menos y ganar más, o no trabajar y vivir de
los demás gracias a la renta básica universal
e incondicional; jubilación a los 60 años con mejores pensiones; impago de
hipotecas o alquileres sin temor al desahucio; gratuidad y derechos sin fin,
etc.
Todo esto no es más que una engañifa
evidente, pero poco importa, lo que importa es la proyección de deseos en
la figura del líder. Lo que se vende es un show, un reality político, una ilusión: esa es la esencia del
fascismo-populismo. Y para eso nunca ha faltado público, especialmente en
tiempos difíciles.
El problema, claro está, es
que nada es gratis. Tampoco lo es el populismo con maquillaje
socialista y alma fascista. Cuesta, y mucho, como bien saben todos los pueblos
que se han dejado seducir por caudillos mediáticos.
Mauricio
Rojas (Santiago de Chile, 1950),
exmiembro del Parlamento sueco y profesor adjunto de Historia Económica de la
Universidad de Lund (Suecia