viernes, 3 de agosto de 2018

La mansa entrega del Esequibo



Por Ángel Américo Fernández, para Arenga/Digital.
Una vez emitido el veredicto del Laudo arbitral de París en 1899 que consagró el despojo de 159000. Km cuadrados de nuestro territorio contra toda norma de derecho y como resultado de una componenda entre Rusia e Inglaterra, hubo de transcurrir un lapso de 60 años para que la República, recompuesta en un marco democrático, pudiera reactivar y mantener viva la reclamación soberana sobre el territorio Esequibo. Fue una empresa difícil, complicada, que requirió un magnífico esfuerzo de una cancillería experta y diligente, apalancada por hombres estudiosos, con formación sólida en el campo internacional.
En una brega a contracorriente, la cancillería de Venezuela en tiempos de la República civil y manejando hábilmente nueva documentación, no ya sobre cuestiones históricas o cartográficas, sino sobre los intríngulis del Laudo de París revelados en el documento Mallet Prevost que dejaban al desnudo una macabra e inmoral trama de intereses entre Rusia e Inglaterra, logró posicionar un ambiente que obligó al Reino Unido a sentarse con Venezuela, a reconocer que había asuntos territoriales pendientes, que había que adoptar la vía de la negociación y, en definitiva, quedaba claro que el viejo Laudo fraudulento de 1899 no estaba blindado, que ya no era posible sostener que el diferendo era “cosa juzgada”. Es de esa nueva perspectiva que nace el Acuerdo de Ginebra en 1966 siendo el firmante por Venezuela el Canciller Ignacio Iribarren Borges. Al poco tiempo la negociación sería directamente con Guyana, pues la Guayana Británica obtuvo su independencia.
El acuerdo de Ginebra enfatiza en su preámbulo la solución práctica y amistosa de la controversia de modo “que resulte aceptable para ambas partes”. Asimismo señala en su artículo I el establecimiento de “una comisión mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo arbitral de 1899…es nulo e írrito”. Finalmente, en su artículo V se explicita que “ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle en vigencia, este acuerdo constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en los territorios de Venezuela o la Guayana Británica”. De esta manera Venezuela se dotó de una herramienta jurídico-política para mantener en línea la reclamación. A partir de allí, se erigió toda una política de Estado para el ejercicio de la pretensión soberana, ello incluía notas diplomáticas a tiempo, el patrullaje sobre la fachada atlántica, un proceso continuo de comunicación e información a través de los medios, incorporación del sistema escolar en el estudio y difusión del diferendo, formación de educadores y amplia cobertura del problema en los textos de estudios.
Sin embargo, un giro abrupto y nefasto ocurre en la posición de Venezuela con respecto al asunto Esequibo, cuando asciende al poder Hugo Chávez con su proyecto político continental “socialismo del siglo XXI”. En efecto, con ese señor en el poder, se abandona la política de Estado en materia de reclamación, queda seriamente averiado en desmedro de Venezuela el artículo V del acuerdo de Ginebra en la medida en que el diferendo queda confinado a un pie de página y subsumido dentro de una política exterior de sello ideológico y personalista concretada en la alianza política de Chávez con CARICOM que implicaba el suministro de 185.000 barriles diarios de petróleo a cambio de apoyo y  de votos en la OEA. Entonces el trato con Guyana desde ese momento fue el de aliado ideológico y no de contraparte en un diferendo territorial.
En ese contexto se da inicio a un continuado y sistemático enjambre de declaraciones, envites erráticos cuando no actitudes de manso entreguismo a cambio de supuestos beneficios políticos que fueron dejando a la intemperie la reclamación venezolana. En 2004 Chávez manifiesta que “El asunto del Esequibo será eliminado del marco de las relaciones entre los dos países…El gobierno de Venezuela no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área”. Con esta declaración se opera un giro drástico en la política de Venezuela, se trituraron 40 años de diplomacia, se le da luz verde a Guyana para hacer negocios y emprendimientos de manera unilateral y se resquebraja el acuerdo de Ginebra.
Esa tónica de declaraciones fue una constante en el discurso de Chávez, empezó a prevalecer una actitud mansa y entreguista, pasando por alto que en política internacional no privan afinidades ideológicas sino principalmente intereses. Fueron tan relajadas y palmarias estas licencias avenidas a los intereses de Guyana que el embajador de Guyana en Caracas Odeen Ismael dijo en 2007 unas palabras que deben llenar de vergüenza al gentilicio venezolano: “Si esa es la posición del Presidente Chávez que abandone la reclamación”. Ese texto fue titular en El Diario El Nacional de Venezuela que también tuvo amplio eco en los diarios guyaneses.
En un acto cretino y de mansa entrega con atuendo de dramaturgia antiimperialista, el comunero de Sabaneta Hugo Chávez en la Cumbre de Río 2008 llegó al colmo y se atrevió a descalificar el acuerdo de Ginebra al que calificó como una “treta de los imperios para poner a pelear a Venezuela con Guyana”. El jefe de la política exterior nos deja con las manos vacías, la única herramienta para defender nuestros derechos territoriales es puesta en un limbo. No se había visto tanta torpeza en materia de diferendo.
En el año 2013 continuó la zaga de erratas navegando con cara de proyecto político continental socialista. Los medios venezolanos reportaron ampliamente que el Almirante Belisario Martínez es removido de su puesto por detener a la embarcación Teknik Perdana que incursionó en nuestras aguas con autorización de Guyana. Esos son los que invocan bolivarianismo y soberanía.
En el mismo orden, cuando Guyana manifestó su intención de ampliar su plataforma continental a 350 millas, el Gobierno de Venezuela dejo pasar la excelente oportunidad de plantear el problema en la cumbre de las Américas celebrada en Panamá en 2015, su reacción se redujo a un pobre comunicado recordando la preocupación por los derechos de Venezuela, pero  ni una sola mención a los casi 50 años de negociación en el área.
De tal manera que los actos, prácticas y discursos del gobierno venezolano marcan lo que en lenguaje diplomático se conoce como “aquiescencia” que sencillamente significa que un Estado frente a los avances de su contraparte en materia de diferendo, mantiene una posición pasiva, no defiende sus derechos, deja paso libre a su adversario y ello comporta un declinar de su pretensión soberana. Parece claro que Guyana ha venido oliendo sangre en la posición Venezolana desde tiempos del Chávez. Ha realizado negocios y emprendimientos con empresas chinas y norteamericanas en la explotación de recursos minerales y forestales en el Esequibo, incluyendo exploración y explotación de recursos petrolíferos en la plataforma deltana por transnacionales como Exxon Móvil. Guyana ha documentado un largo y espeso historial de “aquiescencia” en la posición venezolana. Por eso, conforme a su estrategia, abandona la figura del “buen oficiante” en el marco bilateral y se decanta ahora por llevar el caso a la corte Internacional de Justicia. Guyana olió sangre, le tomó la palabra al comunero e hizo alianzas comerciales, ahora quiere un “laudo arbitral”. Venezuela en esta materia luce contra la pared. El único responsable del desastre en la política con respecto al Esequibo es Hugo Chávez Frías y la cancillería más torpe e indolente de la historia.


Caracas, 17 ene (EFE).- El diputado opositor Timoteo Zambrano acusó a Guyana de «comprar», con dinero que le «entregó» la petrolera estadounidense Exxon Mobil, «el juicio» de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que se declaró competente en la controversia por la región del Esequibo que el país caribeño se disputa con Guyana. «Exxon compró el juicio, le compró el juicio a los guyaneses, por lo tanto los guyaneses entregaron su soberanía y se convirtieron en unos voceros justamente de la Exxon Mobil», dijo Zambrano en una entrevista transmitida este domingo por el canal del Estado, VTV. Indicó que la petrolera estadounidense le entregó a Guyana 15 millones de dólares para que, posteriormente, pagara a la CIJ y demandara a Venezuela, pues, según dijo, la compañía tiene intereses en la región después de que en 2015 descubriera yacimientos de petróleo en las aguas adyacentes a la zona en litigio. «La Exxon le entregó a ellos, les pagó 15 millones de dólares para que con esos 15 millones de dólares demandaran ante la Corte a Venezuela, una Corte que ellos no reconocen y nosotros tampoco. Entonces eso fue andando, la Corte lamentablemente manipula una decisión», dijo. También dijo que, en su opinión, el alto tribunal «subvierte» el orden jurídico internacional con la decisión que tomó, porque, a su juicio, «lo que buscan es tomar la decisión, la expropiación o quedarse» con el territorio «y decirle al Consejo de Seguridad que ejecute militarmente la decisión». La región del Esequibo es una zona en disputa que abarca casi 160.000 kilómetros cuadrados al oeste del río Esequibo, lo que supone casi dos terceras partes de la antigua colonia británica. El pasado diciembre, la Corte decidió, por doce votos a cuatro, que tiene jurisdicción para «analizar la validez del laudo arbitral de 3 de octubre de 1899» que estableció la frontera con Guyana. Sin embargo, Venezuela defiende que el instrumento para resolver esta controversia es el Acuerdo de Ginebra de 1966. Para el Gobierno de Nicolás Maduro, «el Acuerdo de Ginebra es la única norma taxativa bilateral vigente, aplicable para dirimir, mediante negociaciones amistosas, la controversia territorial». En ese contexto, Maduro ha pedido al secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, que reanime el diálogo entre ambos países para resolver la disputa. EFE