Se trata de algo mucho más importante y trascendente.
Está llegando a su término el ciclo político del modelo rentista venezolano que
se inició junto con la aparición del petróleo en nuestro país.
Ha sido casi un siglo de dependencia de un solo producto de exportación: el
petróleo.
Los venezolanos fuimos incapaces de atender las recomendaciones que nos
hicieron compatriotas ilustres como Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri. “No
sembramos el petróleo”. Es decir, no aprovechamos la riqueza petrolera para
diversificar nuestra economía y hacer un país más próspero y moderno.
Es verdad que se hicieron esfuerzos notables por democratizar al país en
tiempos de López Contreras y de Medina Angarita, y más tarde con la
Constitución de 1947 y la elección democrática de Rómulo Gallegos, que apenas
duró unos meses en el poder.
También es verdad que en tiempos de la dictadura del general Marcos Pérez
Jiménez se adelantó una obra de infraestructura física importante.
También es verdad que tuvimos cuarenta años de república civil que representan
un paréntesis luminoso en nuestra accidentada trayectoria independiente y que
durante esas cuatro décadas se hicieron muchas obras materiales importantes.
Pero lo cierto es que, cien años después de la aparición del petróleo, nos
encontramos un país atrasado y desvencijado. Un país que vive exclusivamente de
su renta petrolera (97% del ingreso de divisas proviene de la exportación del
petróleo).
No fuimos capaces de diversificar y de modernizar nuestra economía. Puede ser
que ahora, con la caída de los precios del petróleo en los mercados
internacionales y con todos los esfuerzos que se están haciendo en el mundo
entero para dejar atrás la era del petróleo, los venezolanos descubramos que
tenemos la oportunidad de construir una economía diferente, capaz de generar
los bienes y servicios que necesitamos y capaz, sobre todo, de generar las oportunidades
de empleo moderno productivo y bien remunerado que el país necesita.
Estamos asistiendo a un fin de fiesta con acentos de tragedia. Ojalá las
próximas generaciones lo hagan mejor y construyan una Venezuela democrática en
lo político, productiva en lo económico, justa en lo social, correcta en lo
administrativo y educada en lo científico y en lo tecnológico.
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