La política está subordinada a la ética y así como el fin de la ética es el
bien de la persona el fin de la política es el Bien Común
Maquiavelo separó la
política de la ética y quienes siguen sus orientaciones no tienen restricciones
morales de ninguna especie; sólo buscan el poder como un fin en sí mismo.
Para Jacques Maritain “La filosofía política tiene que ver con las esperanzas
terrenas de la comunidad humana”.
En la más pura concepción maritainiana, la filosofía política forma parte de la
moralidad. El poder no es un fin, es un instrumento que permite transformar la
sociedad y buscar el Bien Común.
La política no debe considerar las cosas solo como ellas son, sino también como
deberían ser. Es distinguir entre “ser” y “deber ser”.
La filosofía política aprovecha la investigación sociológica y
científico-política y aprecia dicha información en la perspectiva de un
conocimiento más profundo del ser humano que a la luz de la ética trata de los
fines y normas de la conducta humana.
La política está subordinada a la ética y así como el fin de la ética es el
bien de la persona el fin de la política es el Bien Común.
La relevancia de la política radica en el plus, porque el Bien Común no es la
suma del bien particular de cada uno, es el bien de todos y eso es algo más
porque el todo es más que la suma de sus partes.
La Política es indispensable porque a partir de su ejercicio se busca superar
los problemas y dificultades de la gente, de todos los ciudadanos y abrir el
camino para el desarrollo pleno de toda la persona y de todas las personas.
El ejercicio de la política está en crisis en el mundo entero y particularmente
en nuestro país. El ciudadano siente, y muchas veces con razón, que el único
objetivo de los políticos es alcanzar el poder; alcanzarlo y sostenerlo. La
crisis que estamos viviendo tiene mucho que ver con la desnaturalización de la
política producto de su divorcio de la ética y de su propio fin, que es la
búsqueda del Bien Común.
Desde hace muchos años, los partidos fueron dejando de ser instrumentos al
servicio de una causa para convertirse en instrumentos al servicio de sus
dirigentes.
La crisis venezolana es compleja, profunda e integral. No es sólo una crisis
política, es económica, social, política, cultural; es una crisis de valores.
Para superar la crisis es indispensable reivindicar la política, reconciliarla
con la ética.
Venezuela requiere, para salir de este trance, de la política y de los
políticos; de las buenas políticas y de los buenos políticos.
Pedro Pablo Fernández
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