La supresión del Ministerio del Ambiente tiene demasiadas y profundas
implicaciones de índole económica y de sometimiento a intereses foráneos que
los venezolanos no deberíamos dejar pasar por alto, sobretodo en un país cuya
indiscutible riqueza es precisamente sus recursos naturales. Nada más en el
Estado Bolívar, no voy a mencionar otros porque todos son ricos, tenemos todos
los minerales de la tabla periódica, entre ellos oro, hierro, también diamante,
bauxita y cientos de minerales no metálicos como arena para construcción,
granito, y todo tipo de rocas de valor económico, también tenemos las fuentes
de agua más prístinas y mejor conservadas del planeta (hasta ahora) y se sabe
que las guerras del futuro serán por agua, están las mayores extensiones de
áreas protegidas y con todo y la minería ilegal la mayor extensión de selva sin
deforestar de américa latina, somos un importante pulmón vegetal, por cierto
muy apetecible por su inmensa riqueza forestal en recursos con alto valor
económico como madera, plantas medicinales de uso farmacológico y en la
industria de productos de belleza, y no vale obviar la Faja Petrolífera del
Orinoco, estos solamente por mencionar algunos de los que ya están en
explotación y en la mira de transnacionales de todo el mundo, y basado en estos
recursos, imperios como China y Rusia ya han invertido en Venezuela y
nuestro Estado, a pesar de estar ubicados bien lejos.
Venezuela tiene el cuerpo legal ambiental
tal vez más rico y mejor desarrollado del mundo, su cumplimiento o no es otro
tema, pero la mayoría de nuestras normas están diseñadas en función del valor
de lo que tenemos y también, hay que reconocer, diseñadas en función del
concepto de desarrollo sustentable que permite la explotación y uso de los
recursos naturales siempre y cuando se implementen controles, se cumplan
normas, se apliquen medidas compensatorias ambientales y sociales, se invierta
en recuperación y conservación del ambiente, amen las tasas impositivas
establecidas en nuestras leyes fiscales. En nuestro país ambiente es dinero y
regir el ambiente es poder.
Una institución como el Ministerio del
Ambiente en un país como el nuestro es sin dudas un monstruo de mil cabezas y
como tal tiene de todo, entre ese todo entra gente con una elevada formación
profesional y capacitación técnica, gente con valores éticos ambientalistas,
gente con intereses económicos, políticos, gente sin principios y por supuesto
la infaltable corrupción como en toda organización gubernamental de este país,
pero el Ministerio de Ambiente tiene algo que muy pocas instituciones tienen:
terminan amando el suelo que pisan y tiene valores institucionales, inclusive
hasta a los funcionarios corruptos valoran y les duele el ambiente, eso hay que
decirlo. En el Ministerio de Ambiente, no importa el rango, cualquiera barre,
bota basura, siembra y riega matas, y se hace como un valor y con orgullo,
aunque el Ministerio de Ambiente tiene sin dudas una función más allá que lo
ornamental pero a eso lo pretenden llevar.
¿A quién puede dolerle el país más que a
quien lo conoce tan bien? Esos son los funcionarios del Ministerio del Ambiente
que con mejor o peor formación, con tras pies o no, a duras penas y logística
escasa, han luchado por conservar de la mejor manera posible con sus manos a
veces atadas a intereses jerárquicos de Estado, los recursos naturales que
todavía tenemos.
Cientos de personas como yo luchamos desde
nuestro sitio y con el arma que tenemos, nuestra formación profesional, por el
fortalecimiento del Ministerio del Ambiente, que no estuviera supeditado, que
tuviera jerarquía e independencia y que fueran los demás entes ya sea públicos
o privados (explotadores y utilizadores de recursos naturales) los que tuvieran
que supeditarse a él, es decir a la normas ambientales de nuestro país, porque
desarrollar actividades en Venezuela, por ley, no se puede o debe, sin una
autorización del Ministerio del Ambiente y esa autorización lleva páginas con
cantidad de condicionantes de orden técnico-legal y ambiental, aspecto de
Venezuela que desean obviar los capitalismos salvajes como China, de los más
salvajes del planeta en cuanto a explotación humana y ambiental se refiere.
Y digo lo que estoy diciendo con la autoridad
que tengo en la materia, porque como se lo dije a una ex Ministra: yo soy una
autoridad ambiental en este país no porque fue decretado en Gaceta, yo soy una
autoridad ambiental en este país porque me la gané pateando monte, nadando,
escalando, rodando, cabalgando, volando y metiendo los pies en charcos,
lidiando como conciliar los intereses de Estado, los políticos, económicos de
la nación con nuestras leyes ambientales, lidiando con intereses de los
empresarios e inversionistas, con intereses de los pequeños, medianos y grandes
mineros y corporaciones transnacionales, con los madereros e industriales,
lidiando con las necesidades de las comunidades y de los políticos de turno,
lidiando con otras instituciones de poder como gobernaciones, alcaldías y otros
ministerios también poderosos, con los indígenas depauperados y con los venidos
a más, lidiando con los principios institucionales y con los míos, lidiando con
la realidad de mi país. Y con la autoridad de la que estoy investida estoy aquí
como la guerrera que siempre he sido, disparando mis últimos cartuchos
institucionales, porque es un hecho que el Ministerio de Ambiente ya está
suprimido y como dijo Seneca “es más sagrado rendirse con las armas en la mano”
y la mía siempre ha sido la escritura.
¿Qué batalla perdimos? ¿Qué batalla
perdimos gente como yo? ¿Qué batalla perdió nuestro país? El sometimiento
institucional del Estado a intereses foráneos. Gente como yo luchamos porque
todas las empresas que explotan recursos naturales y causan impactos
ambientales y generan contaminantes estuvieran dotadas de una oficina o
departamento ambiental y que esas oficinas tuvieran rango gerencial, es decir
que las decisiones de productividad tuvieran el mismo rango y capacidad de
decisión que las oficinas ambientales, que la productividad estuviera atada al
control ambiental, que nadie pudiera subordinar lo ambiental a lo productivo,
señores eso es lo que acaba de suceder en el país con la máxima autoridad
ambiental de Venezuela, se ha sometido no a los intereses del Estado y a los
intereses nacionales y de conservación de los recursos naturales para el
disfrute y aprovechamiento de las generaciones futuras sino a los intereses de
los inversionistas extranjeros; le quitaron al Ministerio de Ambiente su
jerarquía de autoridad sobre las otras instituciones y sus capacidades de
diseño de las políticas nacionales de ordenación territorial y de explotación
de la naturaleza para someterla a la hechura y fabricación de viviendas en
cualquier sitio, aunque sea un área protegida, que nadie pueda tener autoridad
para parar a un chino o ruso si este llegara a contaminar, para otorgarles
autorizaciones de aprovechamiento de nuestros recursos sin mayores objeciones,
condiciones, recomendaciones, lo que es bien conocido en el mundo no
institucional como “las trabas del Ministerio del Ambiente”. Si señores, el
Ministerio del Ambiente para los inversionistas siempre fue considerado “una
traba” porque no quieren cumplir con nuestras leyes; y para los que si estaban
dispuestos a cumplir, la institución era respetada como autoridad y terminaban
dándonos las gracias por mejorar sus procesos productivos (un ambientalista de
verdad sabe mejor que nadie de procesos de producción y
la contaminación que generan), nos agradecían porque
gracias a la aplicación de nuestras leyes, mientras más
insumos se convierten en productos menor es la generación de contaminantes
y era una relación ganar-ganar, ellos producían, generaban empleo en
país, mejoraban las condiciones de vida de la gente donde funcionaban y
cumplían o intentaban cumplir con las normas ambientales aunque fuera “por
miedo al Ministerio de Ambiente”, otros cumplían porque preferían cumplir a ser
matraqueados, otros más bobos dándoselas de vivo incumplían y se dejaban
matraquear, sí, porque ser un excelente profesional no siempre implica entereza
moral, pero lo grave es que esta batalla se perdió, por lo menos, por ahora.
¿Qué significa para los trabajadores del
Ministerio del Ambiente su “supresión”?, que la institución para la que
trabajan ya no existe, de facto, ya no trabajamos para esa institución, que los
beneficios laborales institucionales ya no los tenemos y que si el nuevo
organismo que se está formando no nos absorbe simplemente ya no tenemos empleo,
como el Ministerio ya no existe por eso no nos asiste el decreto de
inamovilidad laboral, que la Ley de Jubilaciones considera el último salario
para ello, pero si lo que abultaba el sueldo eran las primas de antigüedad y
profesionalización y el nuevo Ministerio tiene 24 días y si te absorbe y te
jubila, lo hace con tu último sueldo mutilado sin las primas porque el
Ministerio donde trabajabas ya no existe y ya no tienes las primas, es decir
sueldo serruchado con la supresión, empezar de cero, jubilaciones masivas a
gente que trabajó décadas, como novatos, es decir eres viejo para jubilarte
pero nuevo en la institución, te vas sin primas ni compensaciones por años de
servicio, son unos genios, lo supieron hacer, especialmente porque no
informaron sino cuando el mal ya estaba decretado impreso en Gaceta Oficial.
¿Dónde trabajaran miles de profesionales a nivel nacional que pasan de 45 años?
Con una jubilación depauperada no solamente por la inflación y el alto costo de
la vida sino tronchada, mutilada por la supresión. A algunos les preocupa la
nueva estructura, a otros les preocupa de que vayan a vivir, a otros nos
preocupa quien controlará al capitalismo salvaje chino conocido mundialmente
como el más contaminante del planeta.

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